Paso de los Libres: Falleció a sus 105 años, Juan Azambuya Dámaso «Conejo»

La Sociedad Libreña despide a un personaje muy querido. Juan vivió junto a su numerosa familia, en la ribera del Río Uruguay, detrás de la Terminal; lo que le valió el sobrenombre de «Conejo». Su familia – como otras tantas – había llegado desde el Brasil y se asentó en la costa libreña del río. Su abuela había sido esclava en el hermano país. En marzo de este año, hubiera cumplido 106 años.


De oficio jardinero y cortador de pasto, muchas de las casas del centro, tenían sus jardines y patios, cuidados por Juan. Cortaba el pasto con la tijera de mano, durante largas horas, afilando cada tanto sus hojas en la piedra de afilar, a la que le tiraba un poco de agua previamente.

Recibía como pago por la ardua jornada de trabajo, un plato de comida al mediodía, un jarro de cocido o café con leche con pan a la tarde, ropa usada – por eso solía andar con sacos largos y descosidos – y algunas monedas con suerte algún billete.

De andar cansino como arrastrando sus pies y de saco rasgado, recorría las calles de su pueblo, buscando la changa que era su forma de ganarse la vida. No le gustaba su apodo de Conejo y se enojaba bastante cuando alguien lo llamaba así y te retaba. Algunos recuerdan que trabajo como ayudante en algún comercio durante algunos años.

Al cumplir 100 años tuvo una gran fiesta de cumpleaños con la participación de toda la comunidad, que lo saludaba afectuosamente a su paso cuando era llevado en un sulky. Paso sus último años en el Hogar Gregoria Matorras, dónde lo cuidaron especialmente, cariñosamente le decían cacique, le gustaba mucho mascar tabaco y escuchar chamamé.

Fotos: Pancho Martín y Hogar de Adultos Mayores Gregoria Matorras.
Relato: Diego Jesús Vigay
Recuerdo de los 100 años de Conejo Juan Azambuya Dámaso

Por su parte, el Círculo Social, Cultural y Deportivo Carumbé indicó «Rendimos nuestro homenaje al hombre que seguramente formó parte del «Gremio Hijos de la Noche». Nunca podremos ni podríamos haberlo confirmado pero te reconocemos en esos rostros anónimos cuando tenías 18 o 19 años, junto a tus amigos y vecinos del barrio Cambá Cuá, con los cuales salían a recorrer nuestras calles con el sonido de los atabaques, la destreza de los arlequines y el majestuoso estandarte que manos laboriozas lo realizaban.
En tu legado ponemos rostro a todos los que desde las márgenes del pueblo crearon esas maravillosas murgas que son la esencia de nuestro carnaval libreño.
Gracias querido Conejo, estarás con nosotros en cada noche de carnaval, nos hubiera gustado poder mostrarte que «Los Hijos de Noche» continúan caminando nuestras calles y abrirán el Carnaval con la comparsa más antigua del país»

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